jueves, 15 de noviembre de 2018





                                                 
  Misioneras Dominicas del Rosario:



Su Historia:
Nacimos en el año 1918 en la Amazonía peruana, junto al río Madre de Dios. El grito de los pueblos originarios no dejó indiferente a Monseñor Ramón Zubieta, nuestro fundador, quien con audacia misionera se insertó en el corazón de la selva y desde allí descubrió las urgentes necesidades de las comunidades y la injusticia que sufrían por quienes explotaban el caucho.
Monseñor Zubieta confía en el poder transformador de la mujer cuando es formada y su dignidad levantada, es así como llevado por este deseo  viaja a  España y solicita a hermanas Dominicas que le acompañen en esta misión. Madre Ascensión Nicol junto a otras hermanas responde a este llamado y se transforma en la primera mujer que incursiona en la selva peruana, es allí donde descubre su nueva vocación al contacto con las mujeres y los niños y niñas, a quienes educa y con quienes comparte la vida y las faenas cotidianas.
En 1918 nace la nueva Congregación, fruto del Espíritu, del esfuerzo, y del amor  que experimentaron nuestros fundadores por los pueblos originarios, de manera especial por las mujeres y  la lucha por su dignificación.
Desde el río Madre de Dios fluyó la vitalidad de nuestro Carisma hacia China, luego nos fuimos extendiendo por diversas latitudes, teniendo como único móvil compartir nuestras vidas con los  empobrecidos y acompañarlos en los procesos de liberación.

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Fundadores:
Monseñor Ramón Zubieta.-Ramón Zubieta ansioso de predicar, vive su primera experiencia misionera en Filipinas, es un misionero abierto, une la fe y la promoción humana,  desea encarnarse y conocer la cultura de las comunidades a las cuales se enfrenta, aprende sus lenguas y costumbres, dedica largo tiempo a dialogar con ellos, impulsa la promoción de la salud, la educación, mejoramiento en el cultivo.  Producto del movimiento de independencia  que se vivía en la región es tomado preso junto a otros compañeros sufriendo hambre, tortura, finalmente es liberado.






Madre Ascensión Nicol Goñi.-Ascensión Nicol  tenía cuarenta y cinco años cuando acoge el desafío misionero planteado por  Monseñor Zubieta de ir a las misiones en la selva peruana y así poder aportar sus dones y vasta experiencia en  favor de  la educación y formación de las mujeres y niñas de la selva. El contexto al cual se enfrentaría sería totalmente diferente al del colegio de Huesca, sin embargo su profunda fidelidad, su espíritu inquieto y atento a lo que Dios quería de ella le impulsó a ofrecer su vida a la causa del Reino.



Mártires del congo

Las Misioneras Dominicas hemos experimentado en carne propia la gracia del martirio: ofrendar la propia vida por la causa de los pobres, que es la causa de Dios.Nuestras cuatro hermanas mártires, María Justa, María del Buen Consejo, María Cándida y María Olimpia, dieron testimonio del profundo amor que las vinculaba al pueblo, su fidelidad a Dios se vistió de nombres y rostros concretos de quienes cuidaban día a día en su trabajo de enfermeras, a quienes acompañaban y educaban en la fe. Día y noche lucharon por la vida de los demás, comprometidas totalmente, de tal forma que no quisieron abandonar su misión, aún teniendo la posibilidad de hacerlo.Estas cuatro mujeres abrazaron su vocación misionera encarnándose en el pueblo congoleño, el cual vivía una realidad política y social compleja.Nuestras hermanas sufrieron todo tipo de torturas y vejámenes a su dignidad femenina, sin embargo aún tienen fuerzas para consolar y cuidar a los niños de la familia que estaba prisionera, ya que su madre estaba herida. El día 25 de noviembre se les obliga a alinearse junto a las paredes, los hombres a un lado y las mujeres a otro. Allí abren fuego y los fusilan. Nuestra hermana Olimpia, antes de ser decapitada toma su anillo y el de Justa y lo entrega a un hermano congoleño para que los entregue a su familia. Nuestras mártires se solidarizaron con el calvario del pueblo africano, y su sangre no ha sido derramada en vano.




Hoy en día son: 
Somos una congregación misionera formada por hermanas de 22 nacionalidades y presentes en 21 países del mundo.
Somos Mujeres creyentes unidas por el sueño de Jesús, de una humanidad reconciliada, nuestras comunidades están insertas especialmente en el corazón de los pueblos empobrecidos para anunciarles la Buena Noticia de la liberación de toda esclavitud y opresión.
Creemos en la fraternidad universal, confiamos que es posible construir otro mundo desde la diversidad y desde la riqueza de cada pueblo, comunidad y persona, por ello vivimos en  pequeñas comunidades compartiendo la vida y la misión.
Creemos en el potencial liberador de las mujeres, manantial de vida y belleza, tejedora de nuevas relaciones entre los seres humanos, samaritanas al lado del que sufre, defensoras de la vida amenazada.

Buscamos en comunidad fraterna, por medio del estudio y la oración, las luces necesarias para descubrir la presencia de Dios en medio de nuestra realidad, reconociendo las señales de vida y las sombras que atraviesan  nuestra humanidad herida.
Es la Palabra de Dios la que nutre nuestro compromiso por el Reino e impulsa nuestras iniciativas y proyectos, es la fuente de nuestra predicación, anuncio y denuncia